Alta cuna, baja cama
miércoles 23 de enero de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    Hay apelativos que albergan mala sangre en sus entrañas. En una ciudad de paso, como es Zaragoza, se observa con lupa a los que llegan de fuera y si los interfectos bajan la guardia tranquilamente se les saca el padrón. Como en estas jornadas se han elaborado las listas de los partidos políticos, la gente se fija mucho en quién es quién, de dónde viene y qué negocios se trae entre manos. Ocurrió con Eugenio Nasarre, al que hace nada se puso bajo el microscopio electoral para comprobar la catadura política del sujeto. El mochuelo, insigne aznarista de las FAES y que aspiraba al Congreso de Diputados por Zaragoza detrás de Luisa Fernanda, había defendido el trasvase del Ebro en los periódicos cada vez que tuvo la ocasión. Me hago cruces con que alguien quiera obtener un escaño por una ciudad a la que tarde o temprano pretende hacerle el perrete, pero la vida es así de idiota entre los políticos y nunca se sabe a qué carro habrá de subirse uno con tal de seguir chupando del bote. Como el individuo era de fuera y venía apadrinado por el núcleo duro del Partido Popular en Madrid, para quitárselo de en medio sus propios compañeros en seguida le engatillaron el adjetivo de cunero. Un cunero, a parte de ser el candidato impuesto a dedo desde la capital del reino, goza de un par de acepciones todavía menos gratificantes. No ya por los significados, sino por la expresión que se deduce cuando se aplica a lo desconocido. A saber: lo mismo es un toro que pertenece a una ganadería extraña, que un ciudadano expósito. Un huérfano. Los peperos de Zaragoza consiguieron malamente echar a un lado al tal Nasarre, pero les ha llovido del cielo otro hospiciano, Baudilio Tomé Muguruza, al que han recogido sin tantas melindres pero que accede al butacón desde la misma procedencia: la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales. Esta breva que montó Aznar recibió en cuatro años, durante el gobierno conservador, más de siete millones y medio de euros en subvenciones del Estado. Pero - ojo al dato - en 2007, y gobernando Zapatero, se llevó más de tres. Que ya es ser espléndido. A don Baudilio, licenciado en Derecho y máster por Harvard, hijo de un insigne diputado de la extinta UCD por León, a penas se le ha visto en la provincia donde consiguió su escaño a Cortes, circunstancia que no le impide presentarse ahora con alegría simpar en Zaragoza. No es que le guste particularmente esta ciudad, sencillamente es que sus aspiraciones de hacerlo por Madrid o en su defecto repetir la jugada berciana, le han salido rana. Así que nuestro nuevo cunero, que llegó ni más ni menos que a secretario general de la fundación aznarista y se barajó como ministro de Hacienda en varias ocasiones, acaba culeando a orillas del Ebro detrás de la "reina de Saba", la incombustible Rudi, expresidenta del Congreso durante la época conservadora. Veremos si se le ve el plumero en la ciudad o se encierra en su despacho. La democracia, si estás bien colocado, garantiza la poltrona antes de las elecciones y después ya se sabe lo que pasa. Si te he visto, no me acuerdo.

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