Ángulos muertos
miércoles 13 de febrero de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    Cada vez es más evidente que vamos a tener un emperador a lo Michael Jackson. Los diplomáticos barajan nombres para saber si el pretor de la península ibérica también será afromericano o hindú, como si el dólar y las armas pegaran menos duro según los rasgos raciales. La General Motors se viene abajo en todo el planeta salvo en Figueruelas, que es otro mundo, y los yanquis prefieren como jefe a un negro resultón antes que a una mujer cornuda. Así de triste. El alcalde y los concejales de la Inmortal ciudad de Zaragoza se citan a diario con la seño de inglés para aprender a toda pastilla el idioma de Obama - y no el de Obaba -, no sea que venga y descubra el mandamás que son unos paletos. O todavía peor, unos afrancesados. Nuestra chiquillada, mientras tanto, se lo pasa en grande jugando al "Pressing Catch" y dándose de mamporros en YouTube. Les gusta saltar de las mesas y de los sofás creyéndose indestructibles. Les encanta caer sobre las chepas de sus amigos como si fueran súper héroes. O súper cretinos. Lo graban con el móvil y lo cuelgan en la red para pasar un ratico agradable. Sus progenitores recuerdan las películas de Bud Spencer y Terence Hill, allá por los 70, pero advierten con pasmo que los hogares y las aulas adquieren trazas de cuadrilátero. No ganan para escayola porque sus hijos están tronados y piden al Gobierno que cambie la hora de estos combates de pacotilla que echan por la tele. Rajoy, que se está convirtiendo en el hombre del saco, tranquiliza a los papás diciéndoles que a los doce años ya podrán estar sus nenes en la cárcel. Que sólo es cuestión de ampliar la mayoría de edad penal, así se olvida uno del proctólogo. De la guardería se va al cole y del cole a la prisión, tan maravillosa carrera infantil correrá por cuenta del Estado. Es cuestión de votar al barbas para que nos meta a todos en vereda. Lo dice Radio Bemba, o lo que es lo mismo, la gente que charra en el tajo, en el bus o en la tasca. El boca a boca sin colutorio ni chicle de menta, la halitosis popular. Merece la pena escuchar a los somardas porque la empanada que devora las neuronas de toda esta peña gasta mucha energía. Esta energía, bien enfocada, tendrían que dedicarla a poner a funcionar a la abuela montando para la Expo un "bed & breakfast" en casa. Si no lo hacen, están perdiendo comba. Perder comba es la manera cursi de no rentabilizar la hipoteca, la abuela y el cuarto de los nenes. Se cambia el bombillo, se echa la cerraja y se reconvierte el domicilio familiar en un hostal de campaña, que al fin y al cabo es lo que es. Para reventar el negocio de los somardas, los inquilinos tendríamos que montárnoslo de extranjis. En caso contrario, y durante el trimestre en el que todos viviremos en el limbo de la Expo, las inmobiliarias se harán de oro con los miles de pisos vacíos que hay por la ciudad. Los guiris podrían ahorrarse el "breakfast" porque no tienen costumbre de magdalenas. Los ingleses se desayunan unas alubias y los yanquis se clavan un café americano muy negro y muy largo entre pecho y espalda. Su café, como su democracia, es igual que la achicoria porque no despierta a un ratón. Pero la vida, según los somardas, se rige por las apariencias y el qué dirán.

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