Con el agua al cuello y triunfando
jueves 27 de marzo de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    La situación se pone chunga a la par que simpática. A menos de ochenta días para la inauguración de la Expo 2008, y con los ríos pirenaicos más secos que un higo chumbo, nos llega el agua a borbotones desde el norte peninsular en forma de riada. En la ciudad caen cuatro gotas de lluvia mientras el Ebro arrasa con todo lo que pilla a su paso. Los pueblos de la ribera están en alerta máxima y la gente se asoma a las barandillas de los puentes con el ánimo tradicional del apocalipsis. Vivimos un comienzo de milenio bastante cenizo: igual que los yanquis pensamos que el éxito es algo diabólico. Mientras España se las ve y se las desea, resulta que Aragón crece un 4,5 %. Podemos tratar de tú a los vascos y a los catalanes, hasta el extremo - según cuentan las estadísticas estatales - de gozar de una renta per cápita de más de veinticinco mil euros anuales. No sé, alguien los cobrará. Mientras el Ebro se traga la mitad de los escalones de la grada fluvial y aún no ha culminado la avenida, el top, la cresta gorda se aguarda para mañana, así que estoy por llevarme la cámara y grabar el show. Mientras chorrea el agua por el "iceberg" de la Expo, supongo que en aras de resaltar de alguna forma el cacho de la Antártida que acaba de desprenderse, nos ponemos al día con el cambio climático. Mientras uno de los muelles, que los técnicos denominan bajo el término filipino de "pantalán", es arrastrado aguas abajo desde el puerto fluvial hasta el puente de piedra igual que un papelillo, los empresarios aragoneses no acaban de creerse su propio éxito y auguran que más dura será la caída. Mientras la Torre del Agua se llena sótano a sótano de H2O -como si la torre fuera un rádar, un pararrayos, el palito de un zahorí universal y el mundo entero, de tanto pedir agua a gritos, decidiera enviarnos una tromba en surtidor-, la península entera señala el río y nos tacha de hipócritas. Miientras la Expo se anega y a la vez se riega a conciencia, para que cuando echen el tepes deprisa y corriendo parezca que lleva diez años sembrado, los campos de golf de Murcia se riegan con las alcantarillas. Joder, qué penita. Mientras ocurre todo esto y un poco más, el alcalde cruza los dedos, porque Aragón está que se sale y las cuentas del ayuntamiento parecen rosarios. Somos una bomba de relojería pero todo un ejemplo. No sólo vivimos el mejor año de la década - ojo - es el mejor año de toda nuestra historia, así que al loro con lo que vendrá. Hasta la General Motors de Figueruelas se aviene a razones y por ahora no subcontratará los servicios que tenía en mente. Viendo que nos va viento en popa, los de Gran Scala - los que quieren montar en el desierto la ciudad de los casinos - se ponen estrechos para ver si cuela. Les estamos defraudando, ya ves, somos unos rácanos. En otros sitios les hubieran regalado los terrenos y una alfombra voladora. Es la vieja táctica del regateo. Pensaban que les íbamos a hacer la ola, que pondríamos la cama y que el negocio culminaría en un multitudinario festejo de lluvia dorada. Quién sabe, no pierdan la esperanza. Igual es así.

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