Econociencia ficción
martes 18 de marzo de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    Es evidente que algo gordo se está fraguando en la economía mundial y que los dineros están cambiando con rapidez de unas manos a otras, la prueba es que los grandes gurús de las monedas y los billetes no dicen nada que tranquilice a los pequeños inversores. En general se respira una hecatombe bancaria de proporciones mayúsculas. La compra del Bear Stearns - la quinta entidad financiera norteamericana a precio de saldillo (a dos dólares la acción) por la JP Morgan no augura nada bueno. El Fondo Monetario se tira de los pelos y el señor Greenspan, antiguo chamán de la Reserva Federal, que se encargaba de subir o bajar los tipos de interés en Estados Unidos, comparó la crisis con la que se registró durante la II guerra mundial. De modo que no estamos hablando a humo de pajas. Algo se mueve bajo la mesa de la economía planetaria y el mazazo puede ser de órdago. El valor de los créditos concedidos en España a las inmobiliarias por los bancos asciende a más de trescientos mil millones de euros. Casi un 25 % más que el año pasado. Si las inmobiliarias no venden sus pisos y se declaran en quiebra, los bancos tendrán un agujero importante en sus cajas fuertes. La solución de los bancos, como el suizo UBS que lleva nueve años cayendo en su cotización, puede ser la de recortar empleo. Los suizos, de pronto, echan a la calle a ocho mil currelas mientras el euro se dispara y el barril de petróleo baja de precio. Puede llegar un día en que por un euro te den un par de dólares yanquis y que la OPEP decida cambiar la divisa en que se paga el crudo. Puede llegar un día también en que los bancos centrales se vean obligados a intervenir directamente para evitar el gran crack de las deudas y los créditos. Comienzan a escucharse voces en las altas esferas que claman auxilio. Es curioso que el territorio más privado del dinero pida ahora una fuerte inyección de caudales públicos para evitar el crujido del gran capital, mientras los paraísos fiscales intentan pasar de puntillas en todo este marasmo económico. Desde el atentado a las torres gemelas en Nueva York y la subsiguiente invasión de Irak estamos viviendo en los medios de comunicación el permanente bombardeo de noticias apocalípticas. El tema es tan árido que al grueso de la población le resulta indescifrable. Se le antoja una plaga que está por caernos encima y para la que no existe un paraguas donde refugiarse. Nunca ha sido más realista el refrán de que a río revuelto ganancia de pescadores, pero también nos ha enseñado la Historia de que en grandes momentos de crisis se ha optado casi siempre por la salida bestial de las grandes guerras. La de Irak sólo podría ser el botón de muestra en comparación con el tira y afloja constante que se vive con los iraníes. Si los americanos comienzan a caer sin frenos por la pendiente económica, los chinos, que son su mayor cliente, tendrán un grave problema a la hora de cobrar. ¿Será entonces Europa capaz de dirigir el destino del mundo?

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