Efecto lupa
miércoles 12 de septiembre de 2007
© Sergio Plou
Artículos 2007

    Cuando alguien comete una fechoría se resuelve afirmando que no es de aquí. Basta con elevar la cuestión al punto de orígen para derivar las responsabilidades. O lo que es lo mismo, que aquellos que sacaron adelante al malhechor, o en su defecto sus allegados, vecinos o compatriotas, se hagan cargo del compromiso de meter en vereda al interfecto. Hay veredas, sin embargo, que aún regadas en sangre debieron resultar muy lucrativas y cómo todo depende del caleidoscopio que se emplee para analizar los acontecimientos de la Historia, auténticos facinerosos campan por los libros de texto igual que si fueran paladines de la humanidad. Es más, se disputa su origen para reivindicar una leyenda.
    A Cristóbal Colón, por ejemplo, no se le guarda mucha simpatía en Latinoamérica sin embargo por estas tierras se le admira de tal modo que de forma cíclica le surgen simpatizantes. Los últimos le vinculan a la antigua Corona de Aragón, sitúan su natalicio en Cerdeña y relatan cómo y por qué se llevó el gato al agua Isabel de Castilla. No seré yo quien discuta estos asuntos, pero si algo me llama la atención de una figura tan disputada es que a medida que se averigua sobre su vida salta a la vista que no era un don nadie, sino un navegante con fama, planes sabrosos y buenos contactos. Era un sujeto bien informado y con experiencia comercial en todo tipo de expolios, y si era verdad que había encontrado un filón al otro lado del Atlántico, ya fuesen las Indias Occidentales o el fin del mundo, convenía apostar al caballo ganador. Dejando a un lado las evidentes virtudes de nuestro jamelgo, este tipo de monturas allá por donde pasan esquilman el terreno. Convierten la zona apropiada por la fuerza -habitantes incluidos- en un nicho económico: una mina, una granja, un coto donde resulta complejo diferenciar el parasitismo de la simbiosis. Será que la globalización está infestada de localistas, pero observar la Historia bajo el prisma de los patronímicos impide hacerse una idea de conjunto. No puede ser que un sujeto, al otro lado del Charco, se entienda como el caudillo de un largo genocidio y que a este lado del planeta ofrezca el perfil de un aventurero, el descubridor del Nuevo Mundo. Prefiero a los historiadores más universalistas, los que ven en las personas comportamientos de enjambre y donde las acciones puntuales de los sujetos ayudan a comprender lo que ocurrió, no emborronan el conjunto del paisaje.

Articulos
Primeras Publicaciones 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 — 2001 2007 2008 2009 2010 2011        
Cronicas Críticas Literarias Relatos Las Malas Influencias Sobre la Marcha La Bohemia La Flecha del Tiempo