El archipiélago Chinijo
Crónicas
© Sergio Plou
miércoles 17 de octubre de 2007

      Estos días ando un poco liado haciendo planes. Por estas fechas, antes de que llegue el invierno y nuestro temible cambio horario, suelo escapar cuán lejos me sea posible. Esta vez quiero visitar La Graciosa, Montaña Clara, Alegranza, los roques... El Archipiélago Chinijo es un mundo de soledad, playas cristalinas y peces de colores. No existe el asfalto y los caminos son de arena. Entiendo que es un buen sitio donde realizar los ejercicios del péndulo, la toalla, la espada y el tenor. El fisioterapeuta me ha puesto deberes para mi recuperación de manguitos. Me aconsejó también que me calzara en el hombro un paquete de guisantes congelados, que por lo visto obran milagros. En cualquier caso podría decirse que progreso adecuadamente, sólo es cuestión de mantenerse en la misma línea y que no me obsesione con el Hombro de Hielo, por favor. Le gusta como expresión poética, pero no es mi caso. Dudo mucho que durante estas jornadas me siente al ordenador, lugar donde se cogen muchos vicios. Encogerse de hombros, por ejemplo. Yo me encojo igual que otros se acoquinan esperando una colleja. Delante del * chino a medida que pasan las horas, noto que la cabeza se me hunde y que me acerco a la pantalla hasta tal punto que podría pasarle la lengua, de modo que hay que cambiar de hábitos. Tensiones fuera y que cunda la envidia.
       No sabes el gusto que da volver con la hora ya cambiada. Como los chinijos viven con una hora menos, el regreso no es tan amargo. Además vienes con el sol puesto para todo el año, con las pilas bien cargadas. Me preocupa el nombre del pueblo principal, Caleta de Sebo, donde todavía cuelgan las mojamas de una pinza en el tendedero. Pero nada más. El aeropuerto de Arrecife no es el de Santa Cruz de La Palma. Mi proverbial miedo a los aviones está ya muy superado. ¿O no? ¿Quién espera encontrarse en medio del mar un pico de alta montaña? Es como hallar de pronto un rascacielos que emerge del agua junto a la pista de aterrizaje... En La Palma por poco me como el Roque de los Muchachos antes de tomar tierra, ¿cómo era el aeropuerto de Arrecife? Olvidémoslo ya. No es el caso. En mi afán por aquilatar los contratiempos he reservado habitación en tres puntos, casi me hago socio de una empresa de ferrys noruega - la Fred Olsen- y por poco apalabro un taxi hasta Órzola, localidad que suena vasca y sin embargo se encuentra a orillas del Atlántico profundo, al norte de la isla canaria de Lanzarote. Soy de los que cogen las riendas antes de la carrera. Reduzco el campo de la improvisación al terreno del disfrute, no me agrada quedarme colgado en mitad de un lajiar, contando piedras de vocán mientras paseo la troly. ¿A ésto lo llaman ser adulto?
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* chino .- En argot, ordenador. El ordenador para los autodidactas necesita traductores.

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