El Cuaderno de Sergio Plou

      

viernes 22 de febrero de 2013

La cabeza fuera del agua




  La comisión Europea le ha dado un toque a Mariano para que deje de recortar los servicios públicos, es más, le ha dicho que tendría que maniobrar al revés, comentándole de paso que nuestra economía caerá a lo largo del año un 1,4%, que el déficit superará el 10% (debido a los miles de millones que entierra en los bancos) y que sufriremos un paro del 27%. Así que el panorama que dibujó Mariano en las Cortes y el croquis que Bruselas acaba de poner encima de la mesa no se parecen en nada. Quizá por eso la multinacional Gamesa eólica le ha dicho a Mariano que la Marca España es un cagarro, no es que no sirva para nada sino que resulta contraproducente para la exportación. Incluso el barómetro del Instituto Elcano afirma en su último sondeo que las corruptelas son el problema que más daño hace fuera de nuestras fronteras a la imagen de España, seguido del paro y de la pobreza.

  No me extraña que la mitad de los menores de cuarenta y cinco tacos se haya planteado emigrar. Porque una cosa es vivir en el país de Mariano y otra muy distinta sobrevivir. En cualquier caso, jactarse hoy de ser español es sinónimo de llevar a gala el latrocinio y la marrullería, lo que representa una desventaja internacional. Sobre todo a los que venden turbinas, esos ventiladores de enormes aspas que generan energía a partir del viento, como en La Muela. A nadie le gusta remover constantemente el olor de la inmundicia con la sana intención de que no te impregne. Además, no es fácil escapar a la peste cuando el jefe de los empresarios está imputado por malversación y el subjefe, al que apodan el rey del cáterin, adeuda nueve millones de lereles al estado. Si a todo este paisaje añadimos que el Herald Tribune dedica su portada a Urdangarín y que el New York Times denuncia que los servicios de inteligencia españoles están presionando a la prensa para que no se cebe con la monarquía, llegar a la conclusión de que ya hemos sacado la cabeza fuera del agua resulta inquietante.

  Primero, porque suponiendo que hayamos sacado verdaderamente la cabeza del agua, nadie nos asegura que en breves nos vengamos abajo. Segundo, porque igual hemos sacado la cabeza al borde mismo de la asfixia, es decir, boqueando los últimos estertores. Y tercero, porque es muy probable que Mariano desde la orilla nos vuelva a empujar de nuevo hasta el fondo con cualquiera de sus decretos-ley. La imagen de haber sacado la cabeza del agua, aplicada a la economía, es como pillar unas liendres. Por eso estoy convencido de que esta figura literaria no es fruto de la verborrea mariana sino del mantra que le repite su coach para darle ánimos y que se venga arriba. Quizá me equivoque y extrajo el ripio de un libro de autoayuda, sumándolo después a su monólogo interno. Porque Mariano no habla catalán en la intimidad, sencillamente habla solo. Menos mal que nuestro presidente de gobierno, aunque parezca corto de vista y un poco lelo, no necesita que una funcionaria le vaya chivando los discursos espatarrada por el suelo como al alcalde de Gandía. Mariano pertenece a la misma casta pero tiene otro nivel. Es peor que los caramelos con efecto saciante.