La Carta
viernes 29 de agosto de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    La Exposición Internacional de Zaragoza nació con tantas expectativas que encauza su recta final para terminar a mediados de septiembre en agua de borrajas. Es lo correcto, y a nadie desagrada en los poderes económicos y políticos, que toda la ideología ecológica que respiran los pabellones temáticos, incluyendo la Tribuna del Agua o el Faro de las Iniciativas, se resuma en una carta de difusión y santas pascuas. A estas alturas de la Expo, cuando la sede de las Naciones Unidas en Zaragoza —que acoge durante una década esta ciudad— resulta que es el organismo central del planeta para estos años y ni siquiera recibe el apoyo económico del Gobierno o la Unión Europea, por no decir del Ayuntamiento o el Gobierno de Aragón, acabamos el maremágnum de Fluvi con una declaración de principios e intenciones que leerá un actor de esta localidad. Nada vinculante, por supuesto. El documento irá incardinado en el conjunto de la traca final, ya saben, el espectáculo de Dagoll Dagom, los fuegos de artificio donde se quemarán toneladas de cohetes, las tópicas declaraciones de los Reyes, el presidente e incluso la visita del jefe de Andorra, tal vez, que no es segura y después se arriarán los trapos, sonará el himno y se desmontará el chiringuito. Si te he visto, no me acuerdo. Una pena.
    Albergando la sede de la Década del Agua hasta 2018, Zaragoza ni siquiera optará a ser la capital del Foro Mundial de 2012, que sería una forma como otra cualquiera de rentabilizar la Torre, el Pabellón Puente y toda la monserga. ¿Vacas flacas? Dicen que no, que la presentación de la candidatura no se realizará por sanas cuestiones diplomáticas. Es decir, porque conviene pasarle el testigo a otro, que ya le toca. En cualquier caso la denominada «Carta de Zaragoza» tiene trazas de ser un documento referencial para la quinta edición que va a desarrollarse en Estambul el año que viene, por lo que pretenden llevar el escrito de las conclusiones ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, para que la voten allí e intenten comprometer a los doscientos y pico estados que la componen. Ja. Si ése es el propósito real, ¿no sería más práctico invitar a leer el papelito al próximo jefe de los United States? Salvo que nos horroricen con otro 11-S, está cantado que Obama será el nuevo mandamás y si hay que rebajar los presupuestos iniciales casi hasta cero pelotero para que venga por aquí a darle a la lengua, pues se hace, ¿qué mas da? Todo el mundo sabe a estas alturas que la Expo es un canelo. Cuando hablo de todo el mundo es un decir, porque si todo el mundo supiera que aquí se ha montado el guirigay de la Expo estaríamos nadando en oro. Por eso digo que al menos tendría que estar resuelta la puntilla publicitaria. Tráiganse a Al Gore para que nos dé una charleta sobre el cambio climático, qué menos, porque cagar con medio culo ofrece una visión organizativa de lo más lamentable. Comprendo que la «Carta de Zaragoza» irá acompañada de una pesada bibliografía, incluyendo videos y libros, así que la editorial que la publique, si cobra, se cubrirá el riñón. Pero más allá de la península esta ciudad ha pasado sin pena ni gloria y, lo que es peor, el mensaje sobre el desarrollo sostenible se reduce a una montaña de vasos de plástico azules que no hay forma de quitárselos de encima.
    Lo único cierto es que la Expo ha conseguido dejar huella en los zaragozanos. Lo veremos el próximo agosto de 2009, cuando no haya una Expo para matar el rato haciendo filminas o sellando pasaportes en los pabellones. Qué buena idea lo del pasaporte, por cierto, ¿a quién se le ocurrió? No me explico por qué no le han ofrecido la llave del ayuntamiento y le cuelgan una medalla, sin este prodigio del markéting las visitas locales se habrían reducido a la mitad. Tampoco entiendo por qué no cuelgan por los pies en uno de los cadalsos del paseo de la Independencia al mentor del Fass Pass. Existiendo internet es ridículo hacer filas,aunque a esta persona igual le dan un sueldo nescafé por haber generado tantas expectativas, quién sabe. En la recta final del sacaperras de la Expo las preguntas que surgieron al principio de la muestra siguen sin respuesta. Salvo una. Felicitaciones a los dueños de los bares del recinto, cuyas cajas registradoras echan chispas.

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