Primavera errónea
viernes 21 de marzo de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    Como apenas nos fijamos en la publicidad, los jefes mandaron colocar en los porches del paseo de la Independencia un montón de hules anunciando la Expo con las fechas equivocadas. Se trata de una versión del viejo truco de poner adrede gruesas faltas de ortografía pero como no escribimos casi nunca lo mismo nos da. El fallo en las jornadas, sin embargo, provocó cierto mosqueo porque la peña está gafe con el asunto de no llegar a tiempo a la inauguración, así que volvieron a bajar los hules, cambiaron los días y aquí paz y después gloria. Los ciento cincuenta esquiadores que venían de Coruña el miércoles hasta el aeropuerto oscense de Monflorite no le pillaron la gracia al error de aterrizar en Zaragoza, porque no es lo mismo llegar a las ocho de la tarde que a las diez de la noche o más. Pero como tampoco tenemos costumbre de protestar ni de que nos devuelvan la pasta, pues a otra cosa mariposa. Por lo visto sólo hay un controlador aéreo en Huesca, y como es normal, llegue o no el vuelo que falta, cuando acaba su jornada se las pira y allá se las compongan. En esta primavera errónea, el periodista Gervasio Sánchez se ha vuelto de nuevo para Irak con el propósito de pasar allí las vacaciones. Como en Bagdad, según Aznar, se vive de puta madre, las crónicas de Gervasio son casi idílicas en el centro mismo de la capital. Allí está la Zona Verde y la Ciudad Privilegiada, el top de la gracia y el salero iraquíes. Es tan cómoda la vida en ese país invadido que a los periodistas les darán licencia y un curso para llevar armas de fuego. Una cosa inaudita en el mundo de los periódicos, donde los ordenadores y las grabadoras están reñidas con las pistolas. En lo que va de guerra se han llevado por delante a más de doscientos periodistas - entre ellos a dos españoles - de modo que trabajar para la Prensa en Irak no es tan divertido como presume Aznar. Aunque ya se sabe que nos quejamos de vicio. Sin ir más lejos, ayer en el paseo de la Mina a eso de las siete y media de la madrugada, un conductor borracho se empotró en una curva contra seis vehículos que había aparcados por allí. El mengano llevaba ocho pasajeros a bordo, todos con edades comprendidas entre los 35 y los 45 años. Venían de farra y acabaron en la Casa de Socorro, que está a dos pasos de donde se metieron el gallazo. Aunque hubo que desempotrar los coches, cualquiera en su estupidez puede decir que se trataba de un error. Es un error, por ejemplo, que en la provincia de Huesca y en la de Teruel falten pediatras. O que más del 30 % de los niños de esta tierra se casquen dos horas y pico frente a la tele todos los días. Ayer, en Tauste, se produjo otro error: un agricultor falleció al ser arrollado por su propio tractor. Y en plena avenida de Navarra un sujeto de veintisiete tacos le tocó las nalgas a una señora. Después se hizo una gayola delante de ella y de su hijo de nueve años y cuando vinieron a arrestarle le atizó tal hostia al guardia que por poco lo desmembra. No sé, pero esta primavera errónea se presenta de lo más extraña.

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