Bajo una gruesa capa de quitina
jueves 7 de agosto de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    Se habla estos días sofocantes de la cachonda reacción de Paris Hilton, la nieta de Conrad — el ricachón de las cadenas hoteleras—, que ha pagado unos anuncios en la prensa y las teles yanquis para responder a las comparaciones que hizo el candidato republicano a la Casa Blanca, John McCain, sobre la personalidad de Barack Obama y esta buena moza, a la que vino a calificar como la tonta del bote nacional. Lejos de amilanarse, Paris Hilton se gastó una pasta en fotografiar sus carnes prietas bajo un triquini de leopardo en una parodia ridícula de su candidatura presidencial. No sé si recuerdan que el republicano, para dejar como un lelo a Obama, dijo de él que era igual de frívolo que la Hilton y Britney Spears, de modo que la rica heredera, visto que resulta un ejemplo de estulticia y que más vale que hablen de una aunque la pongan a caer de un burro, se decidió a tirar de la manta y continuar con el culebrón de las sandeces. Esta señorita se define en el espot como una celebridad y deja a McCain a la altura de un abuelo chocho y arrugado. Si este anciano le dedica unos comentarios a ella será porque merece estar en campaña electoral. No duda un segundo en asumir que su mayor virtud es la de estar buena y en un lenguaje megapijo, característico de la yet norteamericana, se permite el lujo de explicar su plan energético para Estados Unidos y cierra el croquis anunciando que la cantante Rihanna igual se anima y se entrega como futura vicepresidenta de la nación.
    Estas salidas del tiesto molan un montón en Yanquilandia, así que la peña aguarda como agua de mayo a que Britney Spears se gaste lo suyo con otra réplica, incluso esperan que la tal Rihanna entre en el juego, de esta forma los políticos pasan a un segundo plano y las fruslerías y trivialidades ocupan por derecho propio el espacio veraniego que les estaban hurtando los medios de comunicación. Desde Irak llegan a diario féretros a los aeropuertos norteamericanos, pero los soldados muertos no son noticia. Los ciudadanos tienen las sinápsis destrozadas ya con este asunto. Prefieren oír que en Guantánamo acaban de condenar al chófer de Bin Laden. Ignoro si después dirán que han pillado a su mayordomo o al cocinero entre los miles de presos que mantienen en aquella base militar, y les declararán también culpables de asesinato o de lo que les venga en gana.
    El otro día, en contra del Tribunal Penal Internacional, la «justicia» norteamericana se llevó por delante a un reo mexicano, y con su ajusticiamiento rompió buena parte de los acuerdos consulares que tiene con uno de sus vecinos más próximos, pero les trae al pairo. Vivimos en un mundo tan idiota que las empresas farmacéuticas están haciendo una enorme presión para que, en lugar de usar preservativos, la gente mastique antiretrovirales. Es más caro adquirir una medicación preventiva contra el sida que calzarse una goma, pero el negocio resulta más admirable. Estupideces del mismo calibre se oyen en Europa con los pitillos y el enfisema pulmonar. A partir de 2011 los cigarros europeos que no se consuman tendrán que apagarse ellos solitos, de este modo el fumador tendrá que meterle continuas caladas al tabaco si no quiere que se apague espontáneamente el cigarrillo, con lo que estará obligado a fumar más rápido y aumentará el consumo. La realidad refleja estúpidas contradicciones y las alimenta siempre bajo las más peregrinas excusas. El reciente golpe de estado en Mauritania, por ejemplo, derriba un sistema democrático y el primer comunicado de la junta militar afirma que en un pispas convocarán elecciones libres.¿Acaso antes no lo eran? Entre lo que conviene a los intereses económicos y las necesidades de la población se extiende una gruesa capa de quitina. Nos distraen, equivocan y engañan. Sin ir más lejos, ¿qué se le habrá perdido al ejército colombiano en Afganistán?

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