Los optimistas dicen que detrás de todas las crisis late una oportunidad. Por ejemplo, esos caciques que cantan loas del neo capitalismo comunista igual tienen la oportunidad de sorber una cucharada de su propio ricino. Se fueron a Pekín para contemplar en vivo y en directo cómo se lo curran en Asia y ahora lo mismo tienen que pelearse entre ellos para fabricar por cuatro céntimos los repuestos de la BAIC. La BAIC es un grupo chino que produce coches como si fueran churros, un enorme orzuelo que busca crecer allá donde le dejen. Lo intenta en la Saab e incluso en la Volvo, así que a nadie le extrañaría que los banqueros rusos no fueran otra cosa que tiburones y vendiesen su cacho de Opel al mejor postor. Mañolandia, en ese supuesto, entraría de lleno en la leyenda del todo a cien. Los currelas de Figueruelas se van haciendo a la idea. Ya les han dicho que se vayan olvidando de cobrar las pagas extraordinarias, que son un anacronismo. Y los del comité de empresa han dicho que amén.
A los jefes de la ribera, que se han dedicado a las subcontratas, no les cabe un piñón. Hace tan sólo unos años se ponían a hacer números y les salían rosarios, por eso querían hacer las maletas y montarse el garito en la China, que era un chollo. Pero si la misma China se lanza del trampolín y nos cae encima, ¿qué harán? ¿Echar la persiana? ¿Engordar todavía más el pelotón de sus deudas? Dicen los optimistas que detrás de las crisis late una oportunidad. De momento, y en plan torero, no se ve saltar al ruedo a ningún espontáneo. Detrás de la barrera lo único que cunde es el pánico. Parece que los verdes brotes de la economía estuviesen pariendo una chumbera y los jefes, llenos de pesadumbre, se santiguan una y otra vez. Desde toriles nos llega una soberbia corriente de aire y todo el mundo en la plaza aguarda a que aparezca el animal, para ver qué aspecto tiene y por dónde derrota. Mientras tanto se escuchan sólo lamentos. Quejidos porque nos quitan el AVE, con lo que costó armar a las afueras semejante berenjenal, y todo para situarnos al nivel de Guadalajara o de Calatayud. Con la pasta que se fundieron los amos en la Expo y al final sólo sirve de redil para montar un festival chorlito a orillas del Ebro.
El panorama es tan recuéncano ya que la gente acude en tropel a comprase una novela sobre corrientes de aire. ¿No es extraño? Menos mal que los curas, que nunca defraudan, acaban de subirse a la parra y desde allí amenazan a los abortistas con el látigo de la excomunión. No saben dónde se meten estos chamanes, con lo que molaría tener colgado en el baño un pliego de estas características. No van a ganar para tinta.
Aquí, en el extrarradio de un imperio en decadencia, cabe lo que nos echen y más, incluso un casino mafioso en pleno páramo monegrino. Hay todavía muchas tragaderas. Nos limitamos a observar la sublime destreza del gran mandamás yanqui a la hora de matar moscas, esa afición innata que, de toda la vida, el homo sapiens ejerce con sus propias manos. Peta Zeta no llega tan lejos, como mucho sube el precio del tabaco, pero es una delicia saber que los parados que sobrevivan al cáncer se habrán estado fumando, a golpe de impuesto, su propio subsidio. No me extraña que si pagas las multas de tráfico, en el mismo instante en que te las clavan, el guardia te las reduzca a la mitad. La verdad es que hace falta un pastón para mantener en pie tan formidable tenderete. Piensen tan sólo que un impresentable como Barroso —el Capitán Tan de la comisión europea— se levanta más de doscientos mil euros mensuales por hacer turismo y que si lo despiden, cosa rara, cobraría el sueldo íntegro durante tres años. ¿No es ideal? ¿Tampoco es una excelente noticia que salgan ya de la trena los imputados de La Muela Connection? ¡Es admirable! Vuelven más relajados y delgaditos, y con renovados ímpetus para trabajar de nuevo en «su» ayuntamiento, ¿acaso, en tiempos de crisis, no es toda una oportunidad? Quién sabe, igual es que no hay otra. |