Ha saltado a la luz pública en Francia el temible «Archivo Eudovigis» donde figuran cientos de miles de personas —en algunos medios hablan de millones, lo que pone los pelos de punta—consideradas como sospechosas para la policía gala. En listas interminables de individuos se relacionan con pelos y señales sus andanzas económicas e incluso internáuticas bajo la aleatoriedad de su raza, confesión, sexo y edad, aparte de otras más peregrinas, determinando la existencia de una contundente labor de espionaje sobre la ciudadanía. El descubrimiento del «Archivo Eudovigis» coloca en mal lugar al Gobierno de Sarkozy, que estaría ejerciendo un control social intolerable dentro de un sistema democrático que dice garantizar las Libertades y el Derecho. Según la BBC, que está realizando un seguimiento parecido en el Reino Unido, donde se procede con los británicos de una forma similar en materia de seguridad estatal, el éxito de Francia en la lucha contraterrorista y su eficacia a la hora de evitar en su suelo todo tipo de atentados, ya fue puesta en entredicho por la Human Rights, que denunció la falta de garantías para los supuestos sospechosos. En los interrogatorios se actúa mediante la violencia física y largos periodos de detención provisoria. Según Judith Sunderland, autora del informe de HRW, «Francia se apresura a sacrificar los derechos humanos sobre el altar de la eficacia». Bajo cargos excesivamente vagos, las autoridades permiten procesar a personas por vínculos endebles con una supuesta organización radical. La policía, de hecho, puede secuestrar durante seis jornadas a una persona, que sólo podrá ver a su abogado el tercer día de arresto y un máximo de 30 minutos. Es más, tras la comparecencia ante un juez, los sospechosos pueden ser encerrados durante meses antes de llegar a juicio y en este lapso de tiempo existen todo tipo de evidencias sobre abusos a prisioneros, incluso mediante técnicas de presión psicológica y privación del sueño. La organización advirtió que esta situación «sirve además para radicalizar a personas ya de por sí sensibles a las visiones extremistas, tanto por razones personales, socioeconómicas o políticas». La aparición pública de una parte del «Archivo Eudovigis» ha venido a desmontar la ingenua idea de que sólo los malos chicos eran propensos a la investigación policial. Dado el volumen de datos que maneja la policía se entiende que Eudovigis es una prueba definitiva sobre la arbitraria conducta que rige a los servicios de inteligencia franceses en su desorbitada preocupación por la seguridad nacional, lo que está desencadenando un debate de imprevisibles consecuencias políticas. No es la primera ni será la última vez que los movimientos ciudadanos intentan destapar la maquinaria que se ha puesto en marcha bajo la excusa del nuevo enemigo internacional. La utilización del miedo en Estados Unidos, dio origen a la pérdida de derechos y a la vigilancia indiscriminada de la población civil. Se pueden pinchar allí los teléfonos con una alegría terrorífica, igual que los Swat te entran por la ventana y te meten de guantadas sencillamente porque sí. La convivencia de los gobiernos europeos en los vuelos hacia Guantánamo concluyó con la investigación del Parlamento de Strasburgo, donde no sirvió para nada probar la colaboración de nuestros dirigentes políticos, sin la cual habría sido imposible que las autoridades norteamericanas hicieran de su capa un sayo. Tras la voladura de las Torres en Manhattan se descubre una de sus consecuencias más nefastas: nos controlan sin ningún sorojo y de manera inconstitucional. |