Me está gustando darle azotes en el trasero. Sí, me gusta darle. Ella me dice: sé que te gusta azotarme. Y yo le digo: sí, porque eres una chica muy mala». Ésta es la insustancial conversación que mantenía el político Michael Duvall, durante una sesión parlamentaria con su compañero de escaño en el Congreso norteamericano y sin darse cuenta de que estaba dándole a la lengua con el micrófono abierto. «Tenía un parche como ropa interior y el otro día, el jueves, se lo puso y eso que el miércoles habíamos hecho el amor sin parar». Candentes palabras que salieron de la boca del insigne conservador republicano, con una edad de cincuenta y cuatro tacos, casado y papi con un par de criaturas, y fervoroso defensor además de la familia tradicional. Al mismo tiempo el impresentable sujeto mantiene relaciones con dos amantes. No es el único caso de doble moral —o de moral cero, para ser más preciso— donde un tipo de mentalidad facha se lo pasa fetén haciendo lo contrario de lo que predica cuando sale del parlamento. Descubierto de manera tan palmaria acaba dimitiendo después, pero el mundo político anglosajón nos sorprende tan a menudo con casos semejantes que el morbo y la costumbre se emborronan.
El ámbito mediterráneo sin embargo parece más permisivo. El caballerete italiano, un tal Berlusco, se aferra con los dientes a la pomada del poder e incluso se lleva en secreto a tomar un cafelito al tonto de Peta Zeta en avión hasta su innombrable villa Certosa, en la isla de Cerdeña, donde se encuentra el prostíbulo presidencial italiano y donde las velinas y escort ejercen sus labores. A este mengano le han pillado tantas veces en falta que habría que inventar un número imaginario para calificar su estupidez. Y sin embargo le importa un bledo. Hace chanzas groseras, resulta imbécil en sociedad y encima aconseja sobre su masculinidad a cualquiera que ose preguntarle. Mucho me temo que ha decidido aconsejar «de hombre a hombre» a Peta Zeta, llevárselo al huerto de la confidencia y mostarle así su casita de campo para que vea en vivo y en directo que no hay nada nocivo en sus costumbres. El «Mundo Berlusco» es divino. Un fulano como él jamás pagaría los servicios de una lumi, porque las mozas caen rendidas a sus pies con sólo echarle un vistazo, tal es su don de gentes y su sex-appeal. El atractivo real de zutanos de esta calaña es sin embargo la mafia que le rodea, los tentáculos que enganchan a la política con la empresa y el largo brazo del Hampa. Mientras la prensa se centra en su zarrapastrosa sexualidad, Berlusconi suma dígitos y engorda la cuenta.
Intelectuales y artistas italianos levantan la voz para afirmar que tras este individuo se esconde una operación fascista, cuando lo único que ocurre realmente es que el país hace años que está siendo dirigido por el Hampa. Desde allí extiende su ámbito «natural» hacia nuestra península, donde la mafia rusa, las triadas chinas y la camorra van ocupando «su» espacio frente a la economía tradicional. Ahora que la Audiencia Nacional se está planteando seriamente aplicar la ley antiterrorista a los grupos nazis, en un alarde de ingenuidad tal vez deberían comprender los jueces que la estrecha alianza de ciertos holdings con organizaciones de índole mafiosa representan un grave peligro para el sistema democrático.
Donde no es capaz de llegar el dinero termina apareciendo el secuestro o el tiroteo. La corrupción contamina las instituciones a golpe de talonario y si no logra sus propósitos emplea otros medios. Podemos entretenernos escuchando las sandeces y miserias de los políticos más conservadores, gente que abre su bocaza soltando inconveniencias, que descubrimos en cualquier burdel o que de repente caen en el descrédito. La frontera de la legalidad es difusa y detrás de maneras y costumbres tan incompetentes late siempre la mano oculta del Hampa. Es la mano que compra y vende, encumbra y derriba, y juega sus cartas. La sexualidad de esta peña sólo es un recurso humillante pero barato, la punta del iceberg. |