Muchos asuntos, a medida que transcurre el tiempo, terminan siendo una caricatura del boceto inicial. La ya larga historieta del campo de fútbol, situado enfrente del hospital más grande de Zaragoza, acabará - o así lo parece - dibujándose fuera del centro de la ciudad. Y digo que es una cuestión de apariencias porque si se puede seguir especulando con la ubicación de nuestro particular circo romano en versión balompédica continuará mareándose la perdiz. El negocio es lo más importante y mueve montañas, secarrales e incluso ríos. Según se mueven de sitio las tierras y los ladrillos se pergeñan estudios y se levantan planos a millón de euracos el trazado. Y ya van cuatro diseños distintos, que yo recuerde, de modo que los arquitectos están contentos: aunque el asunto termine en agua de borrajas siempre se cobran los proyectos. El alcalde acaba de pillarse los dedos afirmando que el verdín se larga a san José, junto al tercer cinturón, y el pacto entre socialistas, regionalistas y peperos así lo confirma. Resulta curioso que al final, el empeciniamiento de los chunteros en dejar las cosas como estaban, haya promovido la unidad del resto de los partidos. Resulta lamentable que los especuladores se hayan frotado las manos una vez más. Y para colmo resulta indignante que más de la mitad del nuevo campo futbolísitco vayamos a pagarla a escote. Nos guste o no este deporte de masas. No sé para qué existen las sociedades anónimas deportivas, como la del real Zaragoza, si no tienen dinero para comprar un terreno y levantar allí su tenderete. No me extraña que el presidente del club se sienta satisfecho, en ninguna otra empresa llega el ayuntamiento y te monta la infraestructura para que te llenes los bolsillos tranquilamente. Lo de menos es que luego vayan a tocar allí los Héroes del Silencio o los del griterío, a caballo regalado no le miras el diente. Propietarios y promotores de la parcela 38/4, en el barrio de san José, han sido agraciados con el gordo de la pelota de fútbol. Como las arcas del consistorio no están para mucho dispendio, el gobierno autónomo también tendrá que aflojar la mosca, y en dos o tres años los aficionados tendrán un nuevo terreno para ver cómo pierden sus futbolistas favoritos. Fenomenal chanchullo. Un verdadero cómic que puede dar de sí lo que haga falta. Por lo visto, la hectárea que el campo actual dejará libre va a ser ocupada por un rascacielos de cuarenta pisos, un bloque de cristal y hormigón que de alguna manera figuraba ya en el primer proyecto y que ahora se encontrará con el aparcadero de coches ya construído y listo para utilizar. Una auténtica ganga. Mientras continúa todo este guirlache de dineros, todavía andan pensando nuestros políticos si al viejo campo de fútbol habría que darle un lavado de jeta. Al menos hasta que se construya el nuevo. Total, son treinta y cinco milloncejos de nada y como los planes de hoy mañana igual son una guasa, habrá que entretener con algo a las constructoras... Para que luego digan que estamos en franca recesión económica, aquí en el valle atamos los perros con longanizas. |