Las fantasías
lunes 31 de marzo de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    La fantasía está repleta de gustos y colores, resulta vasta e ignota como el universo. La nueva Miss Segovia, por ejemplo, no sueña con ser la más guapa del mundo sino con hombres depilados y fuertes, supongo que ésa será la razón que le empuja a opositar en Madrid al oficio de policía local —por el fetichismo de los uniformes—, aunque confiesa haber agotado ya todas sus fantasías sexuales. Igual sólo pretende ganarse la muerte. O lo mismo se trata de algo vocacional, quién sabe. ¿Y a quién le importa? Cada cual va a lo suyo y le interesa un culo Zimbawe. Allí sueñan con recibir los resultados electorales algún día de esta semana, pero la fantasía de su gobierno, que parece haber perdido en las urnas, es similar a la que se montó en Kenia o en Uganda: resolver el problema a machetazos. La desgracia es un negocio al alza, se fomenta y se manipula hasta que no quedan por rader ni las miasmas. En los confines del Primer Mundo, en los imperiales United States, ha llegado a tal punto el desahucio por las hipotecas impagadas que se organizan timbas y subastas para hacerse con las casas. Se venden ahora a un 40% de su valor y las inmobiliarias, a falta de otro alimento con el que distraer el diente, pasean en autobús a los compradores de gangas mientras les colocan una manta y les regalan el bocadillo. Es la fantasía de los especuladores. Los tiburones del ladrillo seco se están poniendo las botas. Entre tanto, y mientras se abre la legislatura, los políticos españoles de segunda fila se arañan los ijares mutuamente para pillar una secretaría, ser miembro de una mesa, acceder a la presidencia de una comisión o cuando menos ser elegido portavoz de cualquier cosa. La fantasía del coche oficial y del despacho, del ordenador portátil y del móvil —todo a costa del contribuyente—, anima a los segundones a presentarse a lo que les echen. Sueñan con ser nuevos ricos y tener secretaria, dinero para taxis y tirar de VISA en los restaurantes. A los que hayan sido buenos chicos los reyes magos del parlamento les regalarán durante cuatros años uno de los cuarenta y un cargos burocráticos de las Cortes. Los demás, el vulgo mondo y lirondo, nos conformamos con los restos de serie. Para cubrir las fantasías del populacho, se organizó el I Salón del Stock en la Multiusos de Zaragoza —que es algo así como la feria de las sobras—, donde mi compi y un servidor adquirimos una jarra de vidrio soplado por la módica cantidad de quince euretes. «Hand made», no te digo más. Asistieron quince mil almas a un par de euros la entrada y fue tal chollo para los vendedores que la realidad desbordó las más fantasiosas expectativas. En un mundo Disney nos deslumbra lo que brilla. Las apariencias son el fin que justifica los medios. En la localidad de Ricla les han construido un pabellón polideportivo de cagarse literalmente garras abajo. Como se escamoteatron los medios, el fin más lógico es que se vaya hundiendo poco a poco. O como ocurre en las nuevas instalaciones de las Delicias: muy chulis por fuera pero sin contenido interior. Y como dentro no hay nada, no las inauguran ni a tiros. Es lo que tiene la fantasía: que todo es de pastel. Incluso el espacio vacío.

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