El CTC, o Cese Temporal de Convivencia, es un eufemismo que emplean los puretas para decir que se acabó. Al menos ésa es la conclusión que ha sacado todo el mundo sobre el nuevo camino que emprenden los duques de Lugo. Pero los puretas se casan y no se divorcian, porque el día que contrajeron matrimonio lo hicieron también por el rito católico, un rito fastidioso que te compromete para toda la vida. Si te has pasado la vida entera haciendo gala de tu catolicismo y tu vida conyugal está acabada procedes a inventarte toda una absurda terminología, una especie de armadura de palabras que encubra la realidad. Entre el estado líquido y el sólido se ocupa entonces un terreno gaseoso que lo mismo permite darse aire que volver con las orejas gachas. Basta con dejar transcurrir un tiempo prudencial. Que se haya dedicado a la contricción y al espíritu de enmienda, eso es ya otra cosa. Los legalismos civiles, sin embargo, son más permisivos que los religiosos, la prueba es que la mitad de los casados de este país ha podido divorciarse. A los que optan por hacerlo de mutuo acuerdo les sale más barato y funciona más rápido que a los que se enconan en una batalla judicial. Los que acuden a un tribunal eclesiástico, en cambio, tienen que aflojar la mosca a conciencia para que les declaren nulo el matrimonio. Y como no vale cualquier excusa para obtener la nulidad, el papeleo se hace eterno buscando razones de lo más peregrino. De esta forma se entra en menudencias que si bien facilitan el proceso religioso pondrían los pelos como escarpias en cualquier juzgado civil. Los duques de Lugo comienzan pues con el ahí te quedas de antaño, cuando había que probar el abandono del domicilio conyugal o cuando ponías tierra por medio en plan reflexivo, como si ambos quisieran comprobar si la distancia genera el deseo otra vez. O se cambia de hábitos. Las cláusulas del término " Cese Temporal de Convivencia" son tan aleatorias como personales y constituyen un invento que permite al matrimonio darse un respiro tan largo como haga falta. Y no sólo al matrimonio. Estimulados por la jocosidad de la realeza hispana, los novios adolescentes de ahora mismo ya no discuten, cesan temporalmente en su convivencia. Ya se irá viendo después si funcionan o se van al traste. Porque a la hora de cesar simplemente se aplica un correctivo privando de su destino a alguien, sin que le incapacite para volver a desempeñarlo. Son palabras de la Real Academia. Explicaciones sobre el estado de los cesantes. Gracias a esta maniobra el duque de Lugo podrá seguir siendo duque, a título de consorte, y las revistas del corazón se lo van a pasar pipa descubriendo sus nuevas costumbres. Aunque formen un espectáculo de gran aburrimiento. |