|     El ilustre vecino —nombrado cronista oficial de la Expo por el alcalde, que ya es la bomba —  está de  mal café debido a las renuncias en la ingesta que conlleva su estricto régimen alimenticio, por eso dicen las malas lenguas que la emprende a voces en el pleno, en el Justicia y en los tribunales agitando el expediente del viejo seminario entre sus manos. Nadie se cree que el despilfarro en el nuevo consistorio sea la auténtica razón de su cabreo. Se ha dilapidado el dinero público a manos llenas en esta ciudad  durante el último año y pocos han levantado la voz en medio del alboroto, así que  los ladridos resultan ahora incomprensibles. La duplicación de despachos entre la plaza de las catedrales y el seminario no es un asunto práctico y sin embargo pasa de puntillas, igual que la pasta gansa que se llevó el arzobispado vendiéndonos un edificio que símplemente se le prestó en la dictadura. Utilizar el viejo ayuntamiento para el paripé del chupinazo de las fiestas, los plenos y demás gaitas  es un despilfarro idiota que en cambio la peña  ve como lo más normal del mundo, porque sólo se queja de los mármoles, las maderas nobles y las duchas de hidromasaje que han montado en el nuevo. Es obvio que el vecino entre los vecinos acabará disfrutando de un lóbrego cuartucho en el seminario,  será cuestión de ver si se lo monta en Ikea. Aunque ahora se suba por las paredes tampoco quiere decir que  la esté gozando. En su propio partido, por lo visto, le quieren dar puerta y él se limita a dificultar la puñalada. Tras la llegada de Luisa Fernanda a la jefatura de los populares en Aragón, asunto que no le hizo mucha gracia a la interfecta pero que se labró a pulso en las Cortes Generales — recordemos que se dió  el piro elegante durante el debate del trasvase—, esta señora necesita  montar su propio tenderete  y enderezar el timón de la derecha local. El vecino, por lo que se charra en el «ambiente neocón», que es súmamente cotilla, resulta muy cargante para la Rudi. No le queda otra salida al super vecino que montar un pollo  fabuloso en el consistorio y alargar el fregado lo que haga falta para minar la credibilidad del alcalde. La Expo, cuyas bondades cantó este cronista al aceptar el cargo, le  reportarán votos a su contrincante en un futuro y no puede permitirse el lujo porque sus posaderas están juego. La mejor forma de incrementar la iracundia es dejar de fumar o ponerse a régimen. Mejor  aún si se superponen las dos carencias, porque la agudeza de ingenio buscará entonces salida más allá del tejido de las alfombras, de la madera de las mesas o del mármol de los suelos, cualquier cosa valdrá para mantener  el sillón y seguir optando a quedarse un día con el bastón del actual alcalde. Si  lo consigue, asunto que está por ver, comprenderemos que disfrute del fino trabajo de ebanistería a ciento y pico mil euros o se fume un puro frente al rosetón de alabastro del seminario porque estos espacios son de uso institucional y una vez construídos difícilmente se desmontan. A mí me gustaría saber, por ejemplo, qué pasa con lo que se desmonta. Aunque sea por derribo. ¿Dónde fueron  los muebles de la Gerencia de Urbanismo, los que hasta hace poco había en el Cubo de la Romareda? No olvidemos que también costó un riñón decorar los despachos de García Nieto y de Ocejo. ¿Dónde acabaron los muebles de la alcaldía pepera de Atarés? Porque Belloch se encontró vacío  el despacho al tomar posesión. Comprendo que nuestros políticos se agarren a un clavo ardiendo para descabalgarse , pero no es la primera ni será la última vez que  demuestran un  abandono absoluto de la propiedad pública. La tesorería y la intervención de un consistorio tienen mucho que decir en estos tejemanejes. ¿Está todo en regla cuando se traspasan poderes y se cambian  sillones? ¿Son comparables los gastos a los de otros municipios o son excesivos? Me parece del género hipócrita que a un concejal se le ponga la subclavia como una morcilla de Soria hablando del dispendio y acto seguido, sin ningún decoro, haga uso de las instalaciones  alegremente. ¿No resulta absurdo? |