Cuando estudiaba en el colegio sólo existían tres estados de la materia: el sólido, el líquido y el gaseoso. Tras los últimos descubrimientos se añadieron el plasmático, el condensado de Bosé-Einstein y el condensado fermiónico. Se presume que quedan por comprobar en los nuevos aceleradores de partículas un largo montón: el de los fluidos supercríticos, el coloide, el súperfluido y el supersólido, la materia degenerada, el neutronio, los de la materia fuertemente y débilmente simétricas, el plasma de quarks y gluones y el de la materia extraña. Entre lo que somos capaces de contemplar a simple vista y lo que realmente existe hay grandes diferencias .La materia es más rara que un perro verde.
   Para cubrir el vacío de conocimientos —y con mayor delicadeza y perfección si pagan bien— la publicidad nos presenta de forma capciosa soluciones facilonas. La ignorancia es un buen caldo de cultivo. Basta con uilizar nuestros prejuicios para hacer proselitismo de un equipo de fútbol, de la necesidad de construir en algún lugar un estadio más grande o de sacar al santo en hombros hasta donde nos digan. Si estamos bajos de defensas, nos llega la depresión y nuestro bolsillo además está limpio, la verdad es que somos pasto fácil de la gente sin entrañas. Nos creemos lo que haga falta. Caemos en el pozo ciego de las religiones o las sectas, que a mi juicio son variantes de un mismo palo, y nos abandonamos en brazos de unos gañanes que se apoderan de nuestros cocos. Se puede afirmar entonces que estamos vendidos. Yno es que esté de bajón, ocurre que me acaba de llegar el borrador de Hacienda. España, entonces, deja de ser un país para mí y se convierte en un estado mental. Una paranoia donde se producen todas las contradicciones.
   Por ejemplo, ¿no es raro que el presidente del gobierno siga jurando el cargo delante de un crucifijo? Negativo. Es de lo más normal. ¿No es extraño que el ayuntamiento obligue en su protocolo a que todos los concejales asistan al Rosario del Cristal? Negativo, también pueden ir al Entierro de la Sardina por favor, no caigamos en demagogias.
   Ambas proposiciones son tan coherentes como que los dueños de los casinos sean unos ladrones de guante blanco y que los políticos de esta tierra les otorguen toda la credibilidad. Que unos mafiosetes inviten a los políticos a farras de lujo en Londres y París, con el sano propósito de edificar en el desierto monegrino un chanchullo sonrojante, es algo muy sano, positivo e interesante para Aragón. De hecho es lo que se debe de hacer. Es lo que priva. Si Zaragoza entra hoy en un nuevo estado de la materia ciudadana —el precrítico—, donde cabe cualquier dislate en aras de mantener la seguridad de la Expo, es por nuestro bien. Y no pasa nada. ¿Que a usted no le gustan las sociedades policiacas? Es su problema. Que suelan presentarse estas sociedades de una manera vertical, ramificada, y que actúen con frecuencia contra el que no tiene nada que perder, es tan significativo como la existencia en el cosmos de la materia degenerada. Hay mucha y es cuestión de averiguar dónde está y cuáles son sus intenciones.
   Nuestros ángeles custodios, ya sean políticos, jueces o policías, siguen rigiéndose por la mentalidad arcaica de las apariencias: «tanto tienes, tanto vales». Hay que ir bien vestido, peinado a raya y lucir una marca clara de tus capacidades económicas en tu atuendo. El hábito no hace al monje pero ayuda cuando te sacan el padrón. Más que en un estado de derecho, vivimos en un estado de derechas. Somos iguales hasta cierto punto, porque las apariencias no engañan. Al contrario, son de una gran utilidad para los delincuentes de altos vuelos. La simulación es un arte tan auténtico que ha llegado a cristalizar en el estado precrítico que sufrimos. Va siendo hora pues de cambiar nuestras percepciones. Si algo, de primeras, nos resulta atractivo a los ojos igual es que nos falla la vista o vamos pidiendo a gritos una lobotomía. Háganselo mirar.