Cada día que pasa está más claro que vivimos en un «bromance», o sea, en una comedia facilona donde unos chavalotes conocen a otros, cambian cromos y charran de sus sandeces. Si de paso se llenan los bolsillos mejor para el personal. «La Muela Connection» es un «bromance» telefónico, donde los encausados, quitándole miga al asunto, se llaman por el movil y hablan de sus kilitos como si estuvieran a régimen en vez de malversando caudales públicos. Quien haya escuchado las declaraciones de la Pinilla, en seguida comprenderá que cualquiera puede amasar unos millones de euros criando liebres y edificarse con ellos un bonito chalé en la Florida.
La prevaricación y el tráfico de influencias se nos juntan en el desayuno con la misma facilidad que la gripe porcina se expande por los cuarteles y por los colegios. Va a llegar un momento en que las guarderías y las empresas cerrarán al unísono, aunque por razones distintas. Al mismo tiempo que la Organización Mundial de la Salud sube el nivel de alerta —para ver si nos entra el pánico y reaccionamos como es debido ante una enfermedad contagiosa—, la población civil, que está «out», ya de por sí desmotivada, inactiva y tendente a la depresión, se encoge de hombros y se calza el café con leche como si fuera el último. Entre tanto, y en un batiburrillo fabuloso, las noticias de la radio van mezlando los anuncios más estúpidos con los asientos y trozos de chásis que encuentran las brigadas de rescate por el Atlántico. No es el fin de los tiempos, tan sólo es una jornada más en las postrimerías de la primera década del milenio.
En el siglo XXI resulta electoralmente alentador que el desempleo baje la fiebre unas décimas y, sin embargo, las encuestas nos auguran que a la vuelta del verano nos vamos a dar de bruces con el paro más grueso que jamás hayamos sufrido por estos pagos. En el mismo «pack» nos entregan la ruina y el alivio, como si pudiéramos elegir a qué carta quedarnos o barajar tan siquiera el mazo.
Desconozco si los «brotes verdes» de la economía peninsular —tal como afirma el capataz que se ocupa de la comunicación entre la plebe y los conservadores— son efectivamente de marihuana y se los ha fumado el gobierno, o es que nos hemos acostumbrado ya al guirigay y lo mismo da ocho que ochenta. Mientras al alcalde de Puerto Real le clavan una multa de casi siete mil euracos —por calificar al Rey de corrrupto, entre otras maravillas — y el jefe de su partido cree que podrían arreglar el asunto tomando el Rey y el alcalde unas copas, el ventilador de «La Muela Connection» alcanza de lleno a un exsenador del PP, ni más ni menos que al expresidente de la Diputación Provincial de Huesca, un personaje tan enternecedor que tuvo la oportunidad de presidir durante la octava legislatura la comisión de incompatibilidades en la Cámara Baja. Así que no me extraña, teniendo una choza en Miami Beach, que el juez niegue a la alcaldesa de La Muela su libertad bajo fianza. Asegura el magistrado * que existe riesgo de fuga y nadie lo pone en duda, porque una parte de la aristocracia política se asemeja tanto al Dioni como al ya mítico Roldán.
* N.del A.- Los jueces pueden ascender o no a magistrados y, según el Consejo General del Poder Judicial, el titular del caso todavía está en capilla. |