A menudo se confunde la fama con la reputación, la importancia real de un sujeto con el conocimiento que tengamos del mismo. Es una pena que no sepamos de verdad con quién estamos hablando. Nuestro notorio sentido de la inferioridad, nuestro prejuicio, salta en pedazos cuando alguien viene de fuera y destaca a un individuo hasta entonces anodino, normal y corriente, de los que no tienen grabado entre ceja y ceja la palabra famoso, millonario o futbolista - por añadir unos cuantos tópicos - y el asombro se desgarra entonces provocando el pasmo colectivo. Es el caso de la profesora doña Susana Jorge, astrobióloga de prestigio internacional que se lo monta a diario en la peregrina ciudad de Burgos. Las agencias de noticias, todavía impresionadas, en lugar de hacerse con unas sanguijuelas para favorecer el riego sanguíneo en el cerebro de sus directivos, anuncian a bombo y platillo que una burgalesa (mira tú, qué suerte tiene la condenada y a quién conocerá esta tiparraca), acaba de ser nombrada una de los cien científicos más influyentes del planeta por la universidad inglesa de Cambridge.
¿Es imaginable que alguien de Burgos pueda llegar al Top 100 de la ciencia más actual? Seguramente sí, y de hecho así es, pero nuestra fantasía no llegaba tan lejos. Cuentan que cuando ocurren semejantes milagros, si eres una persona disciplinada y metódica en tu trabajo, ajena a la bulla que montan los majaderos, de pronto se te viene encima una hecatombe. No sólo la Prensa entra a saco en tu vida sino que cualquiera se cree con el derecho a felicitarte, así que doña Susana estará pasando las de caín por el mero hecho de ser toda una experta. ¿Le irán mejor las cosas con el paso del tiempo? ¿Conseguirá más financiación para sus investigaciones? Cabe la probabilidad, pero este tipo de fama, si no se riega con esmero, acaba siendo tan esporádica como paralizante. Y, lo que es peor, levanta muchas envidias. En cualquier caso, incluso después de entrar en una lista tan destacada, muy poca gente conocerá la causa de su repentina popularidad: la Espectroscopia Raman, una de las técnicas analíticas más potentes. Se lleva a la práctica directamente sobre el material analizable, sin ningún tipo de preparación y además no lo altera. De esta forma se puede conocer la composición química de compuestos orgánicos e inorgánicos sin destruir las muestras. El descubrimiento del Efecto Raman no es atribuible a Susana Jorge, sólo nuestra ignorancia en la materia es capaz de hilar su vasta experiencia en el uso de esta técnica con el hallazgo de la misma. Fue en 1928 cuando el físico hindú Chandrasekhara Venkata Raman dio nombre al fenómeno de dispersión de la luz que permite el estudio de rotaciones y vibraciones moleculares. Por este hallazgo le concedieron el premio nobel en 1930. Y eso que no era de Burgos, sino de la India. Ahora hay cinco veces más doctores de origen hindú en Estados Unidos que en su propio país. |