Tirando de la negra manta
viernes 11 de abril de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    Hace unos meses pasé unas tardes cotilleando por internet. Seguí el ejemplo de José Luis Trasobares, de el Periódico de Aragón, y no tardé mucho en darme cuenta de que buena parte de las empresas que giraban alrededor del pufo de Gran Scala tenían un capital social de menos de cuatro mil euros. Con semejante fortuna de base cualquier negocio tendría que gozar de unos excelentes beneficios. Cotilleando en la web no tardé en toparme con los típicos pantallazos de los casinos virtuales y siguiendo el oloroso rastro del dinero no sólo llegué hasta Bolivia, sino también hasta el Perú. La mierda del juego se desplazaba a Australia pasando por Barcelona y el viejo asunto de las matruscas, donde unas empresas esconden a otras, emborronaba el seguimiento de los socios, que causaban baja y alta repentina, al otro lado del charco. Era cuestión de agenciarse un mapa mundi y comenzar a pinchar nombres para hacerse una idea de la magnitud del entuerto. Nuestro ínclito súper Biel, el vicepresidente de gobierno aragonés, no sólo había apadrinado el fiasco sino que, tan vivaracho y lozano como siempre, se aprestó a ejercer de animador en tan turbio proyecto. ¿Acaso es que algún familiar directo podía sacar tajada con los suelos haciendo de intermediario? ¿Acaso pensaba organizarse él mismo con este trajín su propio plan de pensiones? Quién sabe, pero montó tal show este hombre en su carpa circense, a la entrada de la sede del gobierno, que resulta estúpido pensar que no estuviera convenientemente informado. Anunció allí la llegada de un «holding» salvador para el desierto monegrino, una maquinaria de casinos que tiraría de Aragón después de la Expo. Prometió infraestructuras y nos vendió con tal cariño esta moto que sólo cabe pensar dos cosas: o que es tonto de remate o que está en el ajo. Y cualquiera de las dos fórmulas es indicativa de la altura de los políticos que rigen los destinos de esta comunidad autónoma. Poner mesa y mantel a la basca de Gran Scala, fomentar el silencio entre las gentes (no fuera a cagarse el negocio) y descubrir entre los protas de este chanchullo a una panda de ladrones de guante blanco, ahora que comienza a destaparse el desaguisado exige respuestas, no sólo desde el gobierno aragonés sino desde los tribunales competentes. En el mejor de los casos tal vez se haya cometido alguna negligencia en la firma de documentos, y menos mal que no se ha vendido aún ni un metro cuadrado de tierra. Tal vez sacando el padrón de los ejecutivos que componen ILD —el «pool» de empresas que opta al pastel y que pretendía sacar el suelo de regaliz — podamos echar una manita a la Interpol y enchironar a algún que otro «bladerunner» de la ruleta. Alguien que deba un pastón a los jugadores virtuales de los casinos «on line» y lo tenga a buen recaudo en Gibraltar, en Andorra o en cualquier otro paraíso fiscal. Tal vez el juez Garzón —que es el único que está husmeando en las negras miasmas de las finanzas etarras en Liechtenstein— estaría encantado buscando también en la basura del juego internacional. Sólo falta por ver si Marcelino Iglesias, el jefe de gobierno y socio de súper Biel, el que se hizo la foto como anfitrión en este tiovivo, dará la cara o dejará que el PAR se coma solito el marrón.

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