El Cuaderno de Sergio Plou
   Sincronía
      


miércoles 25 de noviembre de 2009
Garras y uñas
Patricia Mateo



“¡A cuántas mujeres podemos ver, y tú conoces algunas… que por culpa de la crueldad de un marido desgastan sus vidas en la desgracia, encadenadas a un matrimonio donde reciben peor tratamiento que las esclavas […]! ¡Dios mío, cómo les pegan, a todas horas y sin razón! ¡Cuántas humillaciones, ataques, ofensas, injurias tienen que aguantar unas mujeres leales, sin gritar siquiera para pedir ayuda! Piensa en todas esas mujeres que pasan hambre y se mueren de pena en unas casas llenas de hijos, mientras sus maridos se enfrascan y andan vagando por todos los burdeles y tabernas de la ciudad. Y todavía, cuando ellos vuelven, ellas pueden recibir como cena unos buenos golpes. Dime si miento o si no es el caso de algunas vecinas tuyas. […] Y encima hay que oír hablar de maridos desconsolados, pero éstos, querida, dime dónde están”.

Ayer, el día antes del 25 de noviembre, me pasaron este texto. Encuentro matices discutibles en estas palabras, pero en general parece un texto de rabiosa actualidad. Rabiosa. La humanidad con todos sus avances científicos y tecnológicos sigue manteniendo la lacra del machismo y su violencia. Formas de violencia contra las mujeres hay muchas y se puede rastrear su presencia en cualquier latitud del mundo. ¿Quién dijo “hombre civilizado”? ¿Quién dijo “primer mundo”? No hay mujer que por raza, clase social, edad o nacionalidad pueda escapar o creerse a salvo de esta violencia. Todavía evitamos las calles poco transitadas, todavía tenemos miedo cuando nos cruzamos de noche con un hombre (no es necesario que sean varios). Todavía siguen las mujeres muriendo a manos de sus parejas o ex parejas. Es decir, son asesinadas. De las violaciones dentro del matrimonio se habla poco. En un país desarrollado como Estados Unidos fueron las feministas y sus luchas y reivindicaciones las que lograron que figurase como delito. En el estado español las feministas lucharon también a favor de nuestros derechos cuando lograron que la ley se modificase (a finales de los 80) para que la penetración anal forzada también fuese considerada violación (no lo era hasta la fecha). En la mayor parte de países la ley está en contra de las mujeres. Formas de violencia hay muchas. Desde los insultos, vejaciones, discriminaciones, abusos sexuales y acoso laboral, hasta la ablación del clítoris, las lapidaciones o el tráfico de mujeres. Da igual dónde miremos, hallaremos violencia machista. Más o menos sutil, más o menos pública, está.
¿Existe conciencia de esta violencia? ¿Se le da la importancia que merece?
Manifestaciones multitudinarias en nombre de la familia (por cierto, ¿la familia de quién?) para oponerse al matrimonio homosexual o al derecho al aborto. La iglesia se manifiesta aunque su reino no sea de este mundo. ¿Cuándo una manifestación multitudinaria para rechazar esta violencia machista? Y un asesinato de ETA congrega a miles de personas, copa los noticiarios y cancela precampañas electorales. ¿Cuándo veremos esta sensibilidad orientada al total rechazo y total desprecio de estos asesinatos? ¿Valen unas vidas más que otras? ¿Quién decide qué muertes es lícito llorar y cuales pueden pasar más desapercibidas?
A mí, personalmente, esto me preocupa.
Unas pocas clases de autodefensa me sirvieron para ir más tranquila por la calle. Una no sabe cómo reaccionará en caso de peligro, pero ahora tengo ciertos recursos. Puesto que la educación en valores igualitarios parece más bien un argumento de una novela de ciencia ficción, propongo talleres de autodefensa para todas las niñas y mujeres. Empoderamiento.
El lema de los actos convocados por un grupo de mujeres de Zaragoza (pertenecientes al colectivo Towanda) es: “Eres guerrera, juntas somos dinamita”. No quisiera trivializar sobre el problema de la violencia machista, no quisiera opinar por opinar, pero desde luego, a día de hoy quisiera garras y uñas afiladas para todas las mujeres. Recupero las palabras de las que me precedieron (y a las que tanto debo y debemos): “Ninguna agresión sin respuesta”. Un ya está, hasta aquí hemos llegado. Estamos hartas, estamos enfadadas. Recupero las palabras que tanto gritamos en Galiza: NUNCA MÁIS!

Que ya basta de paciencia, que el texto con el que abría este artículo fue escrito por Cristina de Pizán en 1405, que muchas mujeres se han quedado en el camino antes de tiempo, que demasiadas mujeres sufren a diario el control obsesivo de los hombres, que explicaciones las justas, que no me toques cuando yo no quiera que me toques, que no me grites cuando te de la gana, que no infravalores mi trabajo, mis ideas y mi creatividad, que en público y en privado tengo derecho a opinar y a contradecirte, que yo decido sobre mi cuerpo y con quién me quiero acostar, que somos la mitad de la población del mundo y cualquier día de estos nos vamos a cabrear de verdad, todas a una.

 

SINCRONíA