El Cuaderno de Sergio Plou
   Sincronía
      


miércoles 18 de noviembre de 2009
Más Kents que Barbies
Patricia Mateo



Cincuenta años cumple Barbie. Dicen que esta muñeca representa a las mujeres independientes con aspiraciones profesionales. A mí esto me escama bastante pues mi visión de la Barbie, desde luego, nunca fue esa. Cierto que no tiene nada que ver con muñecas que se dedican casi en exclusividad a ser mamás, cierto también que no está hecha para ser maquillada una y otra vez, y cierto también que circuló hace tiempo la historia de que Barbie había dejado a Kent. Pero la estética de la Barbie a mí nunca me pareció un reclamo hacia, o un alegato sobre, la independencia de las mujeres. Todos sus accesorios, sus dimensiones imposibles y su vestimenta no me parecen precisamente ni prácticos ni viables para ese desarrollo autónomo de las mujeres.
Una amiga de mi familia me regaló un día una Barbie. Por aquel entonces yo era bastante más asertiva de lo que soy ahora. Con mucha educación le pregunté a mi amiga si no podría cambiarla por un libro. Nunca más me regaló muñecas. Mi prima, sin embargo, accedió en su día a agujerearse las orejas a cambio de una Barbie. Y fue bastante feliz con su muñeca. Personalidades diversas, que el vínculo sanguíneo no es determinante para crear parecidos.

Se celebra el cincuenta aniversario de Barbie en Barcelona. En Bruselas una veintena de eurodiputadas se manifiestan para exigir una mayor presencia femenina en la próxima Comisión europea (actualmente hay ocho mujeres y dieciocho hombres) para la que, por el momento, sólo se conoce el nombre de tres mujeres en las candidaturas presentadas. Plantean vetar la creación de la próxima Comisión (el mandato de la actual concluyó el mes pasado) si no se alcanza cierta equidad. En el portal abierto en internet para informar sobre el asunto y pedir apoyos, solicitan que al menos uno de cada tres comisarios sea mujer. Yo preferiría que una de cada tres comisarias fuera un hombre, aunque por preferir me quedo con la declaración que una de estas eurodiputadas hizo: “¡Para este desafío proponemos una comisión de 26 mujeres competentes!”

Para esta manifestación las eurodiputadas aparecieron con un aspecto  marcadamente masculino. Se vieron sombreros de ejecutivo, trajes, corbatas y hasta algún bigote pintado. Más Kents que Barbies. Para reclamar mayor presencia de mujeres en los puestos de dirección esgrimieron y levantaron los currículums. La performance de las eurodiputadas me gusta. Me hace pensar y eso siempre es de agradecer.
¿Es o ha sido necesario apropiarse de rasgos típicamente masculinos para acceder al espacio de lo político? En caso afirmativo, ¿nos sentimos cómodas haciéndolo? ¿Es la masculinidad o la feminidad la piel obligatoria que cubre o debe cubrir los cuerpos en función de un sexo dado? ¿Podrían los eurodiputados, tu vecino de enfrente, tu compañero de trabajo o tu amigo travestirse por un día para reclamar algo que es justo reclamar? ¿O tendrían miedo a que se dudase sobre su masculinidad y/o su heterosexualidad? ¿Podrá verse algún día el género como algo difuso, como un continuum, en lugar de percibirse como dos(!) espacios o categorías cerradas? ¿Tendremos todas y todos la potencialidad de ser de un modo diferente al que nos han impuesto? ¿Aceptarán alegremente los hombres abandonar la posición privilegiada en la que ahora se hallan, a favor de una sociedad igualitaria? Pero, ¿se plantean siquiera estar, efectivamente, en esa posición dominante?

Las eurodiputadas me hacen pensar. ¿Y a ti?

 

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